El día 8 de febrero de 1939 en la portada de La Vanguardia se anunciaba la caída de las ciudades de Olot y Ripoll en manos de los nacionales.
Esta portada es especialmente emotiva para mi porqué me hizo rememorar como mi "tieta" o siendo estrictos mi "tía-abuela" me explicaba siempre comiendo el día en que los nacionales entraron en el pueblo donde ella vivía, en Ripoll. Recuerdo como me explicaba que los nacionales les obligaron a todos a bajar a la calle, levantar el brazo y cantar una canción. Era la primera ocasión en que ella escuchó el "cara al sol" y en su inocencia exclamó "oh, que canción más bonita" ... si hubiera sabido...
Es emotivo que gracias a esta portada de periódico puedo poner fecha exacta a ese día.
En el III año triunfal -tal como se enumera en la portada- la guerra civil finalizó con un resultado adverso para los intereses de la libertad y la democracia.
Era bajo ese contexto cuando miles y miles de derrotados republicanos comprobaron que su única salida posible era el exílio. Durante esa retirada las tropas iban abandonando armas y utensílios que ya lo único que hacían era lastrarlos en su fatigado caminar.
Esta es la temática de una exposición de objetos encontrados en el rastro que los forzados exiliados dejaron en los alrededores de Camprodon en su viaje hacia Francia.
Armas oxidadas, cascos viejos, proyectiles, granadas...
...incluso carritos de niños y demás cachivaches hacen que la visita a Camprodon ya valga la pena por este encuentro casual. Visitar estos recovecos de historia es recordar lo que fuímos, lo que este país vivió y lo que muchos se empeñan en olvidar simplemente porqué no se adecua a sus intereses.
Recordar es aprender, es ser más sabios, rememorar acontecimientos, reconocer las bajas pasiones que recorrieron estas tierras. Recordar debería evitar que los pueblos caigan en los mismos errores.
Sino recordamos, entonces estamos en la misma situación que esta niña que -por cuestiones obvias- despoja de su significado a esta añeja moto y a este entrañable sidecar.
Me gusta lo que cuentas, Carlos. No conocía ese lugar. Cuando vaya a Camprodon trataré de visitarlo.
ResponderEliminarEs necesario no olvidar para que no ocurra nunca más. Mantener en la memoria colectiva lo que pasó, servirá para que las heridas se cierren definitamente. Estoy convencido de ello. Olvidar es darle la razón a las injusticias.
Visitalo Marcelo, vale muy mucho la pena.
ResponderEliminarRecordar frente al olvido y la manipulación de algunos.
Como dijo Gervasio Sánchez, lo que pasa en esta mierda de país no ocurre en ningún otro y mientras tanto aún hay fosas comúnes desperdigadas por el territorio.
Me gusta mucho esta entrada, las imágenes la ilustran muy bien y la visita que propones es muy apetecible.
ResponderEliminarGracias Agustín, celebro que esta entrada sea de tu interés.
ResponderEliminarHola Carlos, sin duda un emotivo reencuentro con tu pasado. Eso está bien.
ResponderEliminarGracias por la referencia a mi entrada y por compartir puntos de vista similares.
Un abrazo.
Gracias a ti Alfons.
ResponderEliminarBonito "post", Carlos. Y necesario. Más en estos tiempos de pretendida amnesia colectiva. Una de las cosas que más me avergüenzan demi querida Santa Cruz de Tenerife, mi ciudad natal, es que todavía mantengan nombres de calles y monumentos franquistas con la excusa de que "son parte de la historia". Y, "en parte" tienen razón: son "parte",pero sólo "una parte" de la misma..
ResponderEliminarEs tremendo lo que me cuentas de Santa Cruz, si después de 35 años de democracia no se han cambiado "costumbres" impuestas es que algo pasa en este país que no acaba de funcionar correctamente.
ResponderEliminarAhora, lo cortés no quita lo valiente... ¡que bonita es Tenerife!
Tengo familiares que viven allí y en el Puertito de Güimar...fantástico lugar.